
Me encanta sentir el frío en lo poco de cara que llevo al descubierto tras haber reconstituido mi epidermis con una ducha.
Por supuesto el binomio metro-mogollón acaba con la sensación de frescor porque descubrimos que no todas aquellas personas optan por reconstituirse cada mañana.
La conclusión es que me gusta disfrutar del viento gélido mañanero que me despierta, porque, una vez inmerso en el transporte público, aquello es de todo, menos refrescante.
No comments:
Post a Comment