Después de este fin de semana enseñando a un amigo salamanca, me pasa lo de siempre, vuelvo a la monotonía y a echar de menos lo de allí. En cuanto empiece el trabajo y el estrés, como no tendré tiempo, no podré pensarlo y deprimirme, pero mientras, entristezco porque allí todo es distinto, aunque no lo quiera lo añoro un poco, los añoro un mucho. Al tiempo, a la piedra, al dolce fare niente, al ritmo sosegado, al color, al ser universitario, a las noches de pisos de estudiante, a vosotros.
Además me resulta increíble pensar que no sigo allí, que es donde la vida es un proyecto, y que ahora vivo dentro ya de ese proyecto de "ser mayor"... Y claro, no quiero.