A veces los premios son manzanas envenenadas.
Estos días de atrás he tenido constantemente esa sensación corriendo por las venas de mis piernas. Hacía siglos que no sentía esa carga de trabajo y ese dolor de no avanzar.
La meditación, el apoyo y la indiferencia me han ayudado a comprender que, si no es grande el premio no tiene que ser grande el esfuerzo. Pues bien, esta perspectiva es la que ha hecho pequeño el trabajo. Voy a por ello con cada vez más serenidad y arropado por un somero: "Me da igual", porque siempre quedarán las gallinas, el sol frío y los abrazos cálidos.
Friday, October 08, 2010
Subscribe to:
Post Comments (Atom)
No comments:
Post a Comment