Los placeres de retomar la rutina, y de mi capacidad de rearme, me fortalecen y me hacen acero.
Madrid en Agosto es pegajoso, es calenturiento y su respiración se hace costosa. Salimos aún de día, paseamos, nos cansamos más de la cuenta mientras la gente viaja, liga bronce, coge brillo, deja ojeras atrás y echa la melena al viento.
Mientras tanto los demás levantamos España trabajando y dejando la gota de sudor en la camisa. Los metros y trenes pasan menos, más despacio, más pegados al asfalto, más adormilados. La gente inhala los vapores del alquitrán y de lo que no es el alquitrán, se amodorra y sólo las noches sacan del apuro al sopor y la gente.
Sólo en estas reflexiones del pegajoso verano, Tilda Swinton seguirá helándonos. Conseguiremos los aromas propios que tras el agotamiento de mi colonia, me puedo llegar a agotar yo y esas gotas de miel, y hombre... Ay! a mi me visten.