Vuelvo al nomadismo, vuelvo a atravesar los paisajes y menos mal, yo no puedo renunciar a esto, yo no puedo renunciar a nada, porque mi vida está facetada como los ojos de una mosca.
Quizá el parar me reportaría más dinero, mas edad, más quietud. No quiero quietud, no quiero más edad que la emocional, no tengo dinero suficiente como para acumularlo transformándolo en éxito, así que me remito al éxito de tener a quien me quiere, ver a quien me adora, moverme al son de los que me aportan el cariño, la amistad.
Tener en Madrid el sereno, en Ávila la raíz, en Salamanca la energía, en cada fin de semana la aventura. No echar de menos nada porque lo tengo todo y sólo se puede añorar loq ue no se tiene ni se volverá a ver. Poder revisar la veintena diciendo que cada año fue mejor que el anterior; con sus altos y sus bajos, pero mejor que el anterior. Por el momento mantengo esa línea ascendente que por supuesto no estoy dispuesto a dejar caer, con o sin ayuda aunque de momento no me falta.