
Ya de gris, se acabó el turquesa, espero que esto me dure poco y vuelva Amaro con su hielo y hierro.
¿Por qué me empeño de vez en cuando en hacer cosas que se que odio si es que sólo me sirve para reafirmarme...?
Ahora hago a bandazos el trayecto Madrid Salamanca en un autobús y tengo que hacer la vuelta más dos entre medias... ¡¡¡Y ya no puedo más!!! El vuelo nocturno que me traía del paraíso, salió con dos horas de retraso y nos dejó a las tantas, sin posibilidades de transporte público y sin 30€ que se llevó el taxista, hoy me personé en la estación y pasé tres horas de calor, colas y humos para conseguir un billete y salir... De la estación ... Pero no de Madrid, porque para eso me haría falta otra hora... Por favor quién me manda variar las rutinas saludables. Si te gusta el tren, pues tren, aunque creas que tardarás más, aunque pase lo que pase, aunque te tengas que colar e ir de pie un tramo, pero esto es amargarse por gusto.
Pero nada de eso puede empañar el recuerdo de los días en el paraíso de sol y turquesa que son Ibiza y Formentera: luz a tope, sol, gente guapa, arena blanca, y dorada y de todo.
Menudo sitio, imprescindible volver con los amigos porque es así como se saca el verdadero partido claro. Como Irene dice: Es la cuna de Lucifer.
El amargo síndrome postvacacional se ha instalado en mi organismo y me duele el pecho ante la inevitable meta de atravesar el lunes las puertas de cristal de cada día. Otra vez volverán el dolor de espalda, las calamidades físico-psíquicas, y el intentar enriquecerse uno mismo en un trabajo... En un trabajo.
Sentimentalmente mi acantiladode hielo se derrite y tengo que congelarlo como sea para que la risa no se vaya. Qué difícil es todo... Y más cuando sabes que hasta el año que viene ya... No hay más vacaciones.
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